Grados de conciencia


Contribuido por Oscar G Jimenez      

El ser humano de hoy vive atribulado por sus contradicciones y por la ignorancia de sus limitaciones, vicios, pasiones y apegos. Busca incesantemente fórmulas para resolver sus problemas cotidianos que, a veces, están marcadas por supersticiones sutiles ycreencias científicas, religiosas y políticas.

Una educación mecánica y memorística además de conceptos vagos o propagandísticos sobre el amor, la virtud, la sabiduría, la conciencia y la vida eterna le impiden despejar la incógnita sobre el sentido de la existencia, de dónde venimos y a dónde vamos. Preguntas que se hace todo verdadero buscador de la verdad que no se conforma con una visión superficial o estrictamente cultural y vacía. Sin contenido interno.

La razón por la cual no accedemos a la comprensión de estas incógnitas, se oculta en un estado de somnolencia muy difícil de percibir por el hombre común. Sólo algunos seres privilegiados tienen acceso a las respuestas de las eternas preguntas que conforman los llamados misterios .  

Los seres humanos viven en un estado de duermevela. La comprensión sólo es posible con el despertar de la conciencia y la perfectibilidad de la razón. Y sólo en este estado, podemos penetrar en los misterios de las leyes del universo y en nosotros mismos para conocernos y modificar nuestro mundo interior alcanzando un nivel de perfección que nos elevará por encima del hombre común y nos otorgará la verdadera libertad. El ser humano es esclavo de este estado de sueño que lo mantiene atado a la fantasía, a la superstición y a la creencia.

Como ejemplo aparentemente ingenuo para comprender este problema de conciencia, podemos imaginar una granja en la cual existe un gallinero:

Los vegetales se alimentan de minerales inertes, cuya interrelación consciente con el cosmos es mínima.

El vegetal tiene una interrelación mayor (¿otra escala de conciencia?) y es capaz de fabricar clorofila y vivir un ritmo, una respiración regida por el sol. Toma oxígeno, libera anhídrido carbónico.

La gallina identifica su alimento vegetal y lo come. Se mueve. Huye ante el peligro.

El perro que cuida el gallinero es capaz de percibir al intruso, ladrar, avisarle a su amo que su gallinero está en peligro. Es capaz de sentir afecto por su amo. Está en una escala mayor de despertar.

El granjero está mucho más despierto pero su androcentrismo lo lleva a pensar que él es la cúspide de la creación ya que nadie puede comprender nada que supere su nivel de conciencia. Por eso, el granjero se equivoca.

Existen seres humanos más conscientes que pueden percibir una realidad diferente. La evolución no termina allí. Quizás, el mismo granjero viva dentro de un gallinero que su conciencia no percibe. Tiene una ilusión de libertad, pero en verdad es esclavo de su ilusión.

La verdadera libertad comienza por escapar de la ignorancia. Descubrir como afirma Borges en Txinacán, que "el alcázar abarca el infinito", pero que hay una posibilidad de huir. La puerta de escape, el nombre perdido del Dios es la conciencia. Pero ¿cómo podemos hacer que esa conciencia se expanda? ¿Cómo podemos salvarnos de este estado hipnótico en el cual estamos sumidos? Tenemos que ir más allá de la creencia y de la Fe. Es importante destacar que, al modificarse los estados habituales de conciencia, también se modifican todos los significados.

Ahora bien, este camino está vedado para la mayoría. Se trata de un camino iniciático. Sólo para los más aptos. Para aquellos que tienen verdadero interés. Que no temen a la libertad. Despertar, afirma un hombre sabio, es un proceso doloroso. Contemplar la verdad cara a cara implica una importante dosis de valor. Sobre todo, porque implica conocerse a si mismo y a su entorno. Aceptar nuestras limitaciones, nuestros vicios y nuestras pasiones. Transmutar el plomo en oro espiritual como solían hacerlo los antiguos alquimistas.

Toda verdadera iniciación es un camino de iluminación interior. Para eso, con ayuda de una conciencia elevada, debemos penetrar en la caverna de nuestro propio ser. De nuestra personalidad, que es por definición todo lo que en realidad no somos. Esta paulatina limpieza interior, este conocimiento, nos permitirá comprender en profundidad ese lenguaje simbólico que nos legaron los maestros visibles e invisibles.

Estamos hablando de un camino esotérico, es decir, interno. En contraposición a lo exotérico, externo. Si analizamos lo que hasta ahora hemos dicho, comprenderemos que estamos hablando de un camino para cada quien. De una ciencia de experimentación individual. El estado elevado de conciencia es intransmisible por medios convencionales. De allí nuestro lenguaje sagrado. 

 

 

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