HOWARD EICHENBAUM, NEURÓLOGO DIRECTOR DEL LABORATORIO DE LA MEMORIA


“El amor sobre todo se recuerda”

Tengo 55 años: mi mejor ejercicio es ver correr a mi hijo tras la bola de béisbol: soy su entrenador. Veinte años casado: supongo que nos ha hecho falta mucha hormona y poca memoria. Evitar el sexo antes de la boda fue antaño ventaja adaptativa para aprovechar la hormona del amor, la oxitocina. Estamos aquí para averiguar quiénes somos

LLUÍS AMIGUET - 19/09/2003


Qué es la inteligencia?

–Usted va a un hotel y se cruza con un tipo que usted conoce acompañado de una mujer. Se encuentra al mismo señor meses después, pero va con otra señora que él le presenta como su esposa. Y usted piensa: “¡Ajá!”, pero se calla. Eso es inteligencia.

–Como mínimo es ser discreto.

–¿Podría una rata ser tan discreta? Esa ha sido una gran cuestión neurológica. No sabíamos si los animales tienen esa memoria episódica. Si recuerdan qué hicieron y en qué orden. El problema para averiguarlo es que las ratas no nos pueden explicar lo que comieron anteayer...

–Yo no sé si me acordaría...

–Hoy el laboratorio nos dice que sí, que las ratas y otros mamíferos recuerdan de forma ordenada lo que han hecho igual que usted.

–¿Y un ratón-agenda?

–No se ría. Es un descubrimiento importante para la bioquímica de la memoria que puede ayudar a curar el Alzheimer.

–¿Usted hace alguna gimnasia mental?

–Lo intento. Hay una parte de la memoria y la inteligencia que es mecánica, repetitiva y se fortalece sólo con la práctica.

–Por ejemplo...

–El saque en el tenis: sólo se puede mejorar sacando. Lo mismo sucede con el correr o hablar o simplemente caminar. Son actos inconscientes, reflejos y rutinarios. Es esa memoria que se consigue repitiendo un nombre o un número. La mantendrá en forma si repite y practica: es como un músculo.

–Pero eso es tener memoria y ya está.

–Sí, pero el genio, lo que yo considero inteligencia es la capacidad de reorganizar todo ese material ya conocido de un modo innovador que modifique toda tu visión del mundo.

–¿Jugar a tenis conversando?

–Eso es simplemente incómodo. Me refiero a la capacidad de conectar contenidos aparentemente inconexos. Eso es lo que consiguen las personas inteligentes y lo que hacía de un modo pintoresco Sherlock Holmes. Inferir relaciones insospechadas entre informaciones sin ningún vínculo aparente. Descubrir esa relación sutil y secreta que existe entre todas las cosas en nuestra memoria.

–¿Ha conocido a alguien inteligente?

–Sí, son esas personas que le escuchan a usted explicar confundido una historia interminable y absurda durante media hora y al final le hacen la pregunta luminosa que aclara todas sus dudas.

–“¿Te importa pagar tú? No llevo suelto”

–Esa no está mal. Pero fíjese en que los genios en realidad no inventan nada ex novo, no sacan nada de la nada. Picasso reorganiza todo el saber pictórico de su tiempo y lo explica de modo innovador, pero ya estaba allí.

–¿Y usted?

–Yo intento no aburrir en los congresos empezando por no aburrirme. Como siempre explico los mismos experimentos con mi memoria repetitiva, trato de que el enlace entre un episodio y otro, mi memoria creativa, se me ocurra sobre la marcha. Y a veces me sorprendo a mí mismo y otras me quedo en blanco ante quinientos científicos.

–Dígame su último recuerdo incómodo.

–Ha sido estimulante subirme a un ascensor y oler Shalamar, un perfume que llevaban las chicas en mi instituto y que me ha transportado violentamente a mi edad del pavo y del acné. Ha sido agridulce.

–¿Algún amor frustrado?

–Todos de golpe. El olor tiene acceso directo a la amígdala cerebral que regula las emociones y la bioquímica del amor.

–¿Bioquímica del amor?

–Bueno, yo no estoy contra la poesía, pero me temo que los suspiros empiezan con esa hormona, la oxitocina, que es la responsable directa de todos sus enamoramientos.

–¿Tiene remedio?

–Abandonarse y gozar. La encontrará donde quiera que haya amor entre dos mamíferos. Por ejemplo, la segregan las madres cuando dan de mamar a sus bebés, pero también cualquier mujer cuando tiene un orgasmo.

–¿Y cómo actúa?

–Estimula la amígdala y allí tiene de nuevo esa conexión entre memoria, emociones, sentimientos y sensaciones. Es una hormona que se sustancia en el tiempo: literalmente enamora en la memoria. Yo creo que explica muchísimos rasgos culturales...

–Por ejemplo.

–El culto a la virginidad de muchas sociedades primitivas. Se reservaba el pleno poder de la oxitocina para la pareja definitiva y estable y se sometía a los novios a una auténtica ducha hormonal durante la luna de miel, que se supone que era pródiga en orgasmos.

–...

–...¡Y en amor al recordarlos! El amor sobre todo se recuerda. De forma que se aseguraba el enamoramiento por la pervivencia del estímulo en la memoria y la duración bioquímica del vínculo necesaria para establecer una familia, al menos hasta que los retoños tuvieran cierta edad.

–¿Evidencias?

–Muchas. Le haré una confidencia...

–No se lo contaré a nadie.

–Los investigadores han anotado una especial tendencia a enamorarse entre quienes trabajaban en contacto con la oxitocina...

–¿Eso es amor?

–Es una posibilidad. Supongo que el amor es cuestión de años, por eso necesita la memoria y la oxitocina potencia las sensaciones.

–Todo es más bonito cuando tú estás a mi lado... Vieja canción.

–Sí, el cielo es más azul y las flores más bellas cuando estás enamorado y más todavía al recordarlo... Es la oxitocina.

[de El Mundo]

 

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