Perdón

El perdón no se pide, se da... Y la razón más importante para darlo es que me libero de una gran carga. ¿Qué prefieres, ser feliz o tener la razón? 
El perdón brota únicamente del ofendido y produce la reconciliación solo cuando honestamente se concede y sinceramente se pide.

El perdón es la forma superior de la memoria , porque es olvidar a pesar de recordar.

El refranero dice:  "Quien el agravio perdona, a si mismo se corona".  Y agrega: "Quien perdona pudiendo  vengarse, poco le falta para salvarse."

Para un observador atento, el perdón es un verdadero regalo que se da primero a si mismo el que perdona, y que llega  a la otra persona como  un don, una gracia, una elevación que sana y a la vez potencia el vínculo interpersonal dañado. Para el ego, el amor es un crimen.  El ego intenta convencernos de que perdonar es algo peligroso que lleva consigo un sacrificio injusto.  Insiste en que el perdón nos convertirá en el chivo expiatorio de otras personas.  Para el ego el amor es debilidad, para el espíritu, el amor es fuerza, aceptar incondicionalmente a la gente, para el ego esto es escandaloso, porque el amor incondicional es su muerte.  ¿Cómo crecerá la gente si todos andamos por el mundo aceptándonos tal como somos?  Aceptar a los demás tal como son tiene el efecto milagroso de que los ayuda a mejorar.  La aceptación no inhibe el crecimiento, sino que mas bien lo favorece.  La gente que siempre nos dice qué es lo que tenemos de malo no nos ayuda, antes nos paraliza, llenándonos de vergüenza y culpa.  Las personas que nos aceptan nos ayudan a sentirnos bien con nosotros mismos, a relajarnos a encontrar nuestro camino.

Aceptar a los demás no significa que no hagamos sugerencias constructivas.  Pero como pasa con todo, el problema no radica tanto en nuestro comportamiento como en la energía que lo mueve.  Si critico una persona para cambiarla, lo que está hablando es mi ego, pero si cambiamos nuestra tendencia a juzgar y todavía me siento movida a comunicar algo, lo haré con amor y no con miedo.  No me moverá la energía del ataque sino la del apoyo.  Con el cambio de conducta no basta.  Cubrir un ataque con un baño de azúcar, disfrazarlo con un tono de voz dulce o expresarlo con jerga terapéutica no es un milagro. Un milagro es un cambio auténtico del miedo al amor.  Si hablamos desde el ego, movilizaremos al ego de los demás.  Si hablamos desde nuestro espíritu, movilizaremos su amor.

Un Ser Equivocado Requiere Enseñanzas, No Ataques
Comuniquémonos con amor en lugar de atacar. La comunicación es una calle de dos direcciones, solo se produce si una persona habla y la otra la escucha.  Para comunicarnos de verdad es necesario asumir la responsabilidad del espacio del corazón que existe en nosotros y el otro.  El silencio puede ser una poderosa comunicación de amor.  Ha habido veces en que yo he estado equivocado y sabía que lo estaba y sabía que ellos sabían que estaba equivocado y los amaba por tener la amabilidad de no decir nada. Eso me dio siempre la ocasión de recuperarme con dignidad.  La opción de unir es la clave de la comunicación, porque es la clave de la comunión. Lo que importa en la comunicación no es lograr nuestro objetivo, sino encontrar un terreno puro del ser a partir del cual construir el mensaje

"A quiénes Dios a unido como uno, que el ego no los puede desunir".  Es deber nuestro tener un compromiso con todas nuestras relaciones y que las personas implicadas jamás competirán entre sí.  El compromiso en una relación significa que se dé un proceso de comprensión y perdón recíprocos por más conversaciones que nos exija y por más incómodas que éstas puedan ser.  Cuando nos separamos físicamente de alguien, eso no significa que nuestra relación con esa persona haya acabado.  Las relaciones son eternas.  Dejar ir a alguien es decirle: te amo tanto que puedo dejarte en libertad de estar donde quieras estar, de ir a donde quieras ir".  Este momento no es el final de una relación; es la relación última del propósito de cualquier relación: que encontremos el significado del amor puro.
Es importante honrar la naturaleza eterna de las relaciones.  Cuando las relaciones cambian de forma, su contenido no tiene por qué disminuir.  El amor no origina otra cosa que más amor y saber perdonar es saber amar más

¿Crees que perdonar es difícil? 
Muchas personas lo creen así porque piensan en el perdón como un regalo que van a dar a alguien más. El perdón es un regalo para ti mismo, no para el otro.
 Huimos del perdón cuando decimos: "Yo nunca le perdonaré" o "Que le perdone Dios". Dios no nos puede perdonar porque simplemente Él nunca nos juzga, somos nosotros quienes a diario emitimos juicios. El juicio nace del miedo, el perdón en cambio va de la mano con el Amor. 
El juicio va acompañado de ira, resentimiento y venganza.  ¿Te sientes tú inocente?  Es difícil hacerlo, todo el tiempo nos estamos sintiendo culpables, es por eso que también necesitamos perdonarnos a nosotros mismos. Esto es a veces más difícil que perdonar a los demás.  Desde que nacemos nos sentimos envueltos en culpabilidad, ya tenemos encima "el pecado capital", ya se nos ha rotulado como culpables, haciéndonos sentir inmerecedores y rechazando la abundancia, auto-castigándonos para minimizar la culpa.

No hay sanación posible si no hay primero un proceso de perdón.  El perdonar te descarga y te ayuda a sentirte más liviano. Cuando tienes un resentimiento con alguien te ves triste, rígido, se te endurece el rostro.

 Promesas del Perdón
 1. Reconciliación. El perdón te conduce a un proceso de reconciliación. Esto no implica que tengas que hablar personalmente con aquella persona por quien te sentiste lastimado, simplemente tráela a tu corazón y limpia tus resentimientos con ella.  Todos los procesos de perdón te traen el regalo de la salud y la alegría.  Muchas enfermedades nacen de resentimientos o ira reprimidos, que terminan produciendo en el organismo sustancias dañinas que afectan nuestra salud y bienestar.
2. Armonía en las relaciones. Con el perdón dejas atrás heridas y sentimientos dolorosos, cortando así las cadenas que te hacen daño al mantenerte atado a los demás.
3. Paz Interior.
4. Dejar el Pasado Atrás.
5. Libertad.
6. Recuperar el Poder Personal.

 Distorsiones del Perdón
 Muchos confunden el perdón con alguna de estas distorsiones.
1. Ocultar los Sentimientos. Colocarte máscaras de tranquilidad cuando tienes sentimientos encontrados que te convierten en un volcán. Muchas personas creen que ser espirituales no les permite sentir este tipo de emociones, por eso los ocultan.
2. Permitir o Justificar. Nos rehusamos a perdonar para protegernos de ser maltratados otra vez, pero perdonar no es permitir ni convertirte en víctima para que otros pasen por encima de ti, ni defender al otro que te agrede. El que perdones no te obliga a seguir permitiendo el daño.
3. Adoptar Actitud de Superioridad. Si sientes que eres superior espiritualmente y por eso estás obligado a perdonar, y luego haces alarde de tu perdón, no estás perdonando sinceramente. El perdón es humilde si se hace de corazón.
4. Sufrimiento. Si tu ego aún se siente lastimado, si dices perdonar y aún te causa dolor el recordar lo sucedido, no has perdonado. Muchos se someten a situaciones que los lastiman por simple resignación, mas interiormente se acumulan cargas y cargas que impiden su libertad.
5. Ceder el Poder Personal.  Perdonar no implica que el otro pueda hacer contigo su voluntad. Sólo tú tienes el poder sobre tu vida.
 ¿Cómo puedes saber si ya has perdonado?
Solamente observa la situación otra vez, recuerda a aquella persona que te lastimó, si al hacerlo se mueven en ti otra vez las mismas emociones, sientes rabia, tristeza, dolor, es tal vez porque te has convencido de un falso perdón.

 Pasos del Perdón
 Antes que nada separa la conducta del ser, puedes perdonar a la persona aunque su conducta haya sido inaceptable para ti. El perdón nace del corazón, sin embargo podríamos hablar de algunos pasos a seguir para alcanzarlo:
1. Reconocer y aceptar que hay en ti una herida.
2. Deshacerte del dolor.  No es fácil, pero recuerda que eres inocente y no tienes de qué culparte ni por qué culpar a nadie.
3. Liberarte cambiando la visión.  Trata de ver siempre más allá, con los ojos del alma.
4. Decide sobre la forma en que quieres seguir manteniendo tu relación con la persona que te hirió.
5. Sé Humilde.
6. No te duelas por haber perdonado.

 Perdonar no es más que aprender a ver las cosas de otra manera, no rotular ni juzgar a nadie. Resentir es no permitir que la herida sane para poder vivir en el presente. El pasado no lo podemos cambiar pero lo podemos observar de otra manera. Perdón es dejar que lo que fue, se haya ido, que lo que será.. llegue, que lo que ahora es, sea.  "Puesto que nada de lo que nos proponemos puede ser impecable, y nada de lo que intentamos carece de errores, y nada de lo que logramos adolece de cierto grado de limitación y falibilidad que llamamos humanidad, nos salvamos mediante el perdón"
 Perdonar.  Hay una maravillosa aura que circunda el verbo perdonar, una cordialidad  y fortaleza admirables. Es una palabra que sugiere: dejarse llevar, liberar..., una acción, que tiene el poder de calmar, de curar, de reunir y de volver a crear.

 Perdonar a los demás, por muy difícil que eso pueda ser, es solo una parte del problema, a menudo es igualmente difícil perdonarnos a nosotros mismos.
 Pedir perdón y perdonar a los demás es un complicado proceso que involucra a nuestra empatía, humanidad y sabiduría más profundas. Históricamente hemos visto que sin perdón no puede haber un amor perdurable, ningún cambio, ningún crecimiento, ninguna libertad verdadera. De manera que todos aquellos que se preocupen por mantener unas relaciones perdurables traten de comprender mejor la dinámica del perdón. No hay duda que si vamos a vivir juntos como los individuos frágiles y vulnerables que somos, tenemos una gran necesidad de ello. El perdón es una elección.

 Cuando hacemos una entrega de amor de nosotros mismos, nos volvemos más vulnerables, jamás estamos a salvo, quedamos al descubierto ante el desengaño y el dolor. En una relación los individuos se unen llevando consigo historias y experiencias particulares  con la esperanza de crear nuevos mundos, y ya que todos, interactuamos bajo la sombra de pasados temores, esperanzas y hábitos y puesto que todos somos diferentes y todos imperfectos, muy rara vez es posible lograrlo sin tropezar con algún conflicto.  Cuando nos sentimos agraviados, de inmediato dirigimos la mirada hacia el otro, para culparlo.  Algo nos han hecho a nosotros.  Por lo tanto, tenemos todo el derecho de exigir justicia.  Creemos que la justicia se ha cumplido  solo cuando podemos lastimar a quienes nos han lastimado, decepcionar a quienes nos han desilusionado, hacer sufrir a quienes nos han herido.  Estamos seguros que el mal únicamente se corregirá de esta manera. 

Buscamos la venganza porque sabemos que esa experiencia resultará dulce, pero, ¿encontramos que en realidad lo es?  Cuando nos agravian, aquellos seres que amamos, parecería que devaluamos años de relación... de una relación que quizás nos brindó incontables alegrías y que requirió una gran energía intelectual y emocional para haber durado tanto tiempo.  Y a pesar de ello, con una sola frase cruel, con un acto impensado, con una critica insensible, somos capaces de destruir incluso la mas intima de nuestras relaciones.  Nos olvidamos muy pronto de todo lo bueno y nos dedicamos a crear escenarios de odio, y lo hacemos en  vez de aceptar el desafío de una evaluación y confrontación honestas.  Pasamos por alto  la posibilidad de que en el acto de perdonar y demostrar compasión, es muy probable que logremos descubrir nuevas profundidades en nosotros mismos y nuevas posibilidades para relacionarnos en el futuro.  Somos demasiado orgullosos.
 En vez de ello, nos ocupamos en actividades contraproducentes que nos impiden perdonar, albergamos la creencia de que si nos apartamos y huimos de la situación, lastimaremos a la otra persona y la ausencia nos curará, nos refugiamos en la fantasía de que en la evitación puede haber una conclusión, en la ingenua esperanza de que al herir, avergonzar, culpar y condenar, eso nos hará sentirnos mejor.  No podemos comprender que cuando nos rehusamos a participar en conductas de perdón, somos nosotros quienes asumimos el inútil peso del odio, del dolor y de la venganza, un peso que es inacabable y que cae sobre nosotros en vez de recaer en la persona que nos agravió.

 Solo empezamos a perdonar cuando logramos ver a los pecadores como a nosotros mismos, ni mejores ni peores. Necesitamos recordar que coexistimos en el mundo como mortales, juntos el ofendido y el ofensor y que, en nuestra común humanidad, sería muy fácil que la situación fuese a la inversa.  La comprensión compasiva, y un corazón y una mente que se identifiquen con los demás, son los primeros pasos necesarios para perforar los muros de las actitudes implacables. Este conocimiento se repite de una manera sana y natural en todas las relaciones sanas y amantes. Los padres disculpan la irreflexión de sus hijos, los niños no se fijan en las actitudes posesivas de sus padres, los amantes dejan pasar los defectos y flaquezas del otro.  Hacemos todo esto porque amamos a esos individuos y sabemos que tampoco son perfectos. Seguimos amando a aquellos que nos hieren de vez en cuando, porque sabemos que son seres humanos de valía, capaces de todo lo bueno, como de todo lo malo. Los vemos como seres humanos abiertos a las posibilidades del cambio.

El amor es la única gran fuente del perdón. Con amor podemos volver a ver al pecador como una persona digna, con amor colocamos lo malo bajo una cierta perspectiva, el perdón se convierte en  la única salida del dolor... "Te perdono porque debo hacerlo si es que deseo seguir viviendo plenamente."  El perdón no siempre es tan sabio y tan razonable, a menudo se ofrece como un don, ello implica la superioridad de quien lo ofrece; cuando se concede de esta manera, no es perdón.  Es una forma de chantaje en la cual una parte se convierte en el "generoso benefactor "del pecador "inferior".  El verdadero perdón se nos hará más fácil cuando reconozcamos que también somos humanos capaces de una mala acción, cuando tomemos en consideración circunstancias que quizás no comprendemos, cuando tengamos fe en la bondad básica de la persona como ser humano, cuando estemos dispuestos a comenzar de nuevo, con compasión y sin rencores.  Y llegar al olvido... Lo que  necesitamos es aprender de lo malo y después, al volvernos más sabios, olvidarnos de ello, y avanzar hacia el mañana.  Debemos tener en mente que no tiene nada de malo si el perdón nos resulta difícil.  Somos seres humanos y es difícil hacerle frente al mal que nos hacen los demás, sobre todo cuando somos inocentes y no podemos encontrar ninguna explicación para la conducta del otro.  ¿Por qué debemos perdonar? 
Para alejarnos de lo que nos impide la esperanza y el amor.

 

 

ir a crecimiento personal

info@chandra.es

2006 © www.chandra.es