“Todo está en uno mismo”,

dice Palazuelo al recibir el Velázquez

 

La infanta Cristina entregó en el Museo del Prado el premio Velázquez a Pablo Palazuelo, uno de los grandes maestros de la abstracción geométrica, autor de una obra secreta y solitaria

“Una contemplación tranquila enseña muchas más cosas que todos los libros”, afirma el pintor en su discurso

MADRID. (Redacción.) – El pintor y escultor Pablo Palazuelo recibió ayer en el Museo del Prado y de manos de la infanta Cristina el premio Velázquez, instituido por el Ministerio de Cultura para fomentar la unión entre la cultura y la creación artística de los pueblos iberoamericanos. Cumplidos ya los 87 años, Palazuelo agradeció emocionado este premio que reconoce toda su trayectoria artística y quiere destacar la coherencia de su trayectoria y su capacidad para conciliar el rigor y el misterio, en una obra secreta y solitaria que participa de la abstracción europea.

El galardonado habló en su discurso –que leyó el subdirector del Museo Reina Sofía, Kevin Power– del trabajo de creación. “Un trabajo en el que – afirmó– lo más importante es una escucha atenta, pero modesta, mediante la cual ‘comprendes', y que te lleva a darte cuenta de que ‘todo se encuentra en lo que te rodea y en ti mismo”. El artista, tercero en recibir el premio, tras Ramón Gaya y Antoni Tàpies, aseguró que “El pensamiento mismo va o puede ir hasta un final” y añadió que “el que ve con atención, como el que escucha intensamente, pre-siente y puede llegar a captar determinadas formas tanto sonoras como plásticas que proceden de las que veíamos o escuchábamos, y que más tarde, ya distintas, veremos y escucharemos”.

Según Palazuelo, “en respuesta a esa actitud de búsqueda o de atenta escucha, lo que recibes es algo que funciona semejante a una corriente y que te proporciona una especie de emoción tranquila. Una emoción limpia que tiene que ver a veces con cosas muy menudas. Es lo que da sentido a la vida, es quizás lo que se busca en y de la vida”. En su discurso, titulado “Las intuiciones imperceptibles”, Pablo Palazuelo colocó la geometría “en el origen de la vida”, y afirmó que el artista “no investiga”, sino que busca “porque algo nos atrae hacia algo que desconocemos y que presentimos”. El artista trató también de explicar su larga y fructífera obra y recordó como su abstracción era ya geométrica en 1946, y como un año después comenzó a buscar “en textos de todo tipo, herméticos y esotéricos, algo que intuía y presentía con gran fuerza”. Una búsqueda en la que pese a haberlo encontrado, no le ha evitado la necesidad paradójica de seguir buscando “porque –dijo– es la naturaleza misma del pensamiento al matizarse infinitamente”.

En otro momento de su discurso, el premio Velázquez indicó que “una contemplación tranquila enseña muchas más cosas que todos los libros”, y explicó que “la actitud que debe tenerse a la hora de aprender es la de una atención que asemeja a una escucha: lo quieto se puede escuchar, como se escucha el vacío porque ni el vacío ni el silencio, existen en el universo”.

Palazuelo aseguró que “la geometría está en el origen de la vida, que es lo más inventivo e interminable que conocemos, y nos lleva a tener una visión de las estructuras que se hallan contenidas en otras estructuras, a ver las formas nuevas en potencia, a ver las posibilidades de generar otras formas, de experimentar el paso de unas formas en otras a través de la metamorfosis, de ver lo que crece como una planta”. Una geometría que guía su obra “las formas con las que yo trabajo –explicó– también se desarrollan a través de un proceso o movimiento metamórfico de muy larga duración y son por ello formas abiertas y predispuestas para la transformación”. Para Palazuelo, el número es el puente tendido entre la imaginación y la materia “y la geometría un modo de establecer un lenguaje para soñar y para comprender el mundo”. El artista terminó su discurso señalando que “el ejercicio de la atención es la disciplina más importante en el trabajo, en el que controla toda la actividad consciente”.

Pintor, escultor y grabador Palazuelo estudió Arquitectura en Madrid y en Oxford. Regresó a España en 1936 y desde 1940 se dedica a la pintura. Sus primeras obras neocubistas, influidas por Paul Klee, le conducen hacia la abstracción. Desde 1969 investiga sobre la relación entre los signos gráficos y la música y llega a hacer cuadros musicales.

[de La Vanguardia]

 

 

 

 

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