LAS DIETAS VEGETARIANAS, TAMBIEN MAS SALUDABLES PARA EL PLANETA:

Según un nuevo estudio, la comida que consumimos es casi tan
importante como en qué tipo de automóviles circulamos, cuando se
tienen en cuenta las emisiones de gases de invernadero relacionadas con
el calentamiento global.


El estudio ha sido dirigido por Gidon Eshel y Pamela Martin,
profesores en Ciencias Geofísicas de la Universidad de Chicago.

Tanto la combustión de combustibles fósiles durante la producción
de comida, como las emisiones de dióxido no carbónico asociadas con
los deshechos producidos por las actividades ganaderas, contribuyen al
problema.

En EE.UU., la dieta media (3.774 calorías por día) requiere la
producción equivalente a una tonelada y media extra de dióxido de
carbono, en la forma del CO2 mismo así como en metano y otros gases de
invernadero, comparada con una dieta estrictamente vegetariana, según
Eshel y Martin. Retirar de la dieta semanal tan sólo unos pocos huevos
o hamburguesas es una manera fácil de reducir las emisiones de gases
de invernadero.

"No pretendemos hacer un juicio de valor ni una afirmación
categórica", matiza Eshel. "Lo que decimos es que cuanto más cerca
esté una persona de una dieta vegetariana, y más lejos de la dieta
promedio estadounidense, mayor será el bien que esa persona le hará
al planeta. No se requiere pasar de un extremo a otro y convertirse en
un vegetariano radical. Si alguien simplemente pasa de consumir dos
hamburguesas a la semana, a sólo una, ya habrá hecho una aportación
decisiva al medio ambiente.

En 2002, la energía usada para la producción de comida alcanzó el
17 por ciento de todo el uso de combustible fósil en Estados Unidos. Y
la combustión de estos combustibles fósiles emitió tres cuartos de
tonelada de dióxido de carbono por persona.

Sólo esto ya alcanza aproximadamente un tercio de las emisiones
promedio de gases de invernadero del transporte personal. Pero la
crianza de ganado y los desechos animales asociados a esa actividad
también emiten gases de invernadero no vinculados a la combustión de
combustible fósil, principalmente metano y óxido nitroso. Un ejemplo
serían las lagunas de estiércol asociadas a la producción de cerdos
a gran escala.

Aunque el metano y el óxido nitroso son relativamente raros
comparados con el dióxido de carbono, resultan, molécula contra
molécula, mucho más potentes como gases de invernadero que el
dióxido de carbono. Por ejemplo, un solo kilo de metano ejerce el
mismo efecto invernadero que unos 50 kilos de dióxido de carbono.

En su estudio, Eshel y Martin compararon el consumo de energía y las
emisiones de gases de invernadero que corresponden a cinco dietas: la
media estadounidense, una de carne roja, una de pescado, una de aves de
corral, y la vegetariana (incluyendo huevos y productos lácteos),
todas ellas en cantidades tales que alcanzasen las 3.774 calorías por
día.

La dieta vegetariana resultó, en cuanto a energía, ser la más
eficiente, seguida por la de aves de corral y la dieta estadounidense
promedio. La de pescado y la de carne roja virtualmente quedaron
empatadas como las menos eficientes.

El impacto de producir pescado constituyó la mayor sorpresa del
estudio. El caso es que los peces pueden oscilar de un extremo al otro.
Las sardinas y anchoas proliferan cerca de las áreas costeras y pueden
capturarse con el mínimo gasto de energía. Pero la pesca del pez
espada y otras grandes especies depredadoras requirió viajes a gran
distancia con el consiguiente consumo intensivo de energía.

 

 

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